En cada etapa de la vida, aunque Uno sea el “mismo” a la vez es “diferente” porque nuestro cuerpo y nuestra mente cambian, se adaptan, modifican a las circunstancias que en cada momento toca vivir; así, lo mismo que en la infancia se necesitan de unos cuidados concretos, en la senectud también.

La aparición de trastornos mentales en el anciano suele estar influenciado por una parte de la vulnerabilidad previa (rasgos de personalidad, funcionamiento premórbido…) y por otra de los recursos personales (mecanismos de defensa adquiridos) y sociales (apoyo familiar, vida activa y estructurada…) de los que dispone.

A lo largo de la vida hay trastornos psiquiátricos que surgen, se tratan y no vuelven a aparecer; otros en cambio nos acompañan en nuestro periplo vital, así la esquizofrenia, el trastorno afectivo bipolar, los trastornos de personalidad… vienen a presentarse, más o menos, de forma similar a medida que hacemos años y habremos de seguir tratándolos conforme a la edad que se tenga.

Cuadros exclusivos de la tercera edad como tal, no existen; ahora bien, si que hay algunas patologías psiquiátricas que presentan una serie de características que les hacen peculiares y como tal se las habrá de prestar una especial atención.

 

  • Trastornos Afectivos Reactivos

El envejecimiento es un proceso natural, que en ocasiones y para algunas personas resulta difícil de aceptar. En esta etapa de la vida, comienzan o se acentúan los achaques físicos (“ya no somos los mismos”), nos jubilamos (“que hacer con tanto tiempo libre…”), pasamos de ser padres a abuelos, perdemos a seres queridos… lo que en definitiva se traduce en que las funciones, los proyectos y las metas van a ser diferentes y se habrán de adaptar a las nuevas circunstancias vitales, pero a veces esto puede resultar difícil de asimilar y ocasionar cuadros reactivos que habremos de tratar, para seguir con una vida plena.

 

  • Trastorno Depresivo Mayor o Melancolía Involutiva

Los cuadros depresivos se dan a lo largo de toda la vida, pero la alta prevalencia entre la población de edad avanzada y la frecuente comorbilidad con patologías típicas del anciano (demencias, parkinson…) hace que merezcan un estudio más pormenorizado.

En cuanto a la forma de presentación, puede considerarse que existen una serie de aspectos clínicos típicos. Suele darse con frecuencia en personas sin antecedentes previos psiquiátricos. Las quejas somáticas y la hipocondría suelen ser habituales. Las ideas sobrevaloradas de ruina y culpa congruentes al estado de ánimo, pueden llegar a lo delirante. A nivel cognitivo, enlentecimiento en el procesamiento de la información de forma generalizada y disfunción de tareas ejecutivas y de planificación. Las alteraciones conductuales también suelen acompañar a los cuadros depresivos, pudiendo resultar de lo más disruptivo para la familia.

 

  • Deterioro Cognitivo

El deterioro de nuestras funciones cognitivas es uno más de los sucesos implícitos en el envejecer, es decir, es algo que entra dentro de la normalidad. Típicamente, nuestras facultades se van mermando poco a poco, apareciendo los problemas de memoria, atención, capacidad de cálculo… El problema surge a la hora de determinar cuales de estos cambios cognitivos pueden ser considerados como parte del envejecimiento normal, y cuales constituyen una patología de entidad propia, es decir, cuales son demencias degenerativas.

Este proceso por lo general es largo, de años y aparece poco a poco, tanto cuando hablamos de normalidad como de demencias; pero hay ocasiones en que el deterioro cognitivo se da de forma brusca, con importante repercusión en la vida de la persona desde el principio, en estos casos muy probablemente nos encontremos con la Pseudomencia Depresiva, un cuadro depresivo en el que en vez de ser la tristeza el síntoma principal, lo es la afectación cognitiva.

Volviendo a las demencias, otra sintomatología muy prevalente son los síntomas psicológicos (alucinaciones, delirios…) y conductuales (desinhibición, agresividad…), que suelen ser uno de los focos de mayor discapacidad y sobrecarga para el cuidador. Y si bien las demencias suelen ser diagnosticadas y tratadas de forma preventiva (anticolinesterásicos) por los neurólogos, es sobre los psiquiatras sobre los que suele recaer el tratar estos síntomas.

 

El tratamiento farmacológico

Como hemos mencionado anteriormente, en estas edades de la vida la pluripatología es algo general, y por tanto el que los pacientes tomen varios fármacos se convierte en la norma.

Este hecho es importante conocerlo y tenerlo en cuenta cuando tratamos a nuestros pacientes, por varios motivos:

  • Porque hay patologías orgánicas que se acompañan de cuadros psiquiátricos (alteraciones graves en las hormonas tiroides pueden ocasionar cuadros depresivos, pseudodemencias… por poner algún ejemplo), de manera que el tratamiento del cuadro psiquiátrico implicará el tratamiento del cuadro orgánico (si se normalizan las hormonas tiroideas, los problemas de memoria desaparecen…) además de los sintomas psiquiátricos.
  • Porque cuando se toman varios fármacos hay que tener presente la posibilidad de interacciones entre ellos, teniendo que ajustar dosis (a la alza o a la baja según proceda).
  • Y porque los fármacos que administremos para controlar los síntomas y mejorar la vida de ese paciente puede que le produzcan efectos secundarios (mayor sensibilidad) o empeoren alguna de sus patologías ya existentes; lo que implicaría reajustar la dosis o incluso cambiar de fármaco.