Los niños pueden recibir un diagnóstico de depresión aunque no necesariamente tienen los mismos signos y síntomas que los adultos. Un niño deprimido puede estar triste y tener los síntomas característicos de los adultos de desconsuelo, desesperanza y desprecio propio. Sin embargo, los niños deprimidos a menudo son irritables, imposibles de complacer, tienen mal humor y oscilan de la tristeza profunda a la ira repentina.

Hay dos tipos básicos de depresión: depresión mayor, que dura por lo menos dos semanas, y la forma más leve pero crónica, el trastorno distímico, que puede durar un año o más y parece caracterizar el temperamento o la personalidad del niño. Los niños con la depresión más grave muestran síntomas de las siguientes categorías: estado de ánimo depresivo o irritable, dificultad para concentrarse, irritabilidad e ira, cansancio, sentimiento de menosprecio propio, problemas para dormir, problemas de apetito, retraimiento social, intranquilidad o aletargamiento, disminución del interés o del placer en las actividades, pensamiento de muerte. A veces los jóvenes sienten que el suicidio es la única forma de detener el dolor. Los padres deben tomar en serio cualquier conversación sobre suicidio o muerte, y consultar de inmediato a un especialista en salud mental.